Un jueves más os traigo un nuevo diseño.
Hoy le toca el turno a un vestido súper ponible, de esos a los que recurrir en aquellas mañanas en las que no apetece pensar qué ponerse, pero en las que una quiere verse guapa.
Quien esté un tanto interesado en moda recordará aquel icónico vestido azul bebé que sacó Victoria Beckham en 2013. Constaba de un cuerpo con manga caída, un poco más largo en el trasero, y con un gran volante fruncido y rematado con un vivo negro en el bajo. Yo, que además soy fan de ese color, me quedé enamorada de él al instante. No es extraño, pues, por lo general, me gusta mucho su estilo y los diseños de su firma.
Por aquel entonces, ya leía blogs de moda y revistas para estar al corriente de las tendencias, pero todavía no había comenzado a asistir a mis clases de costura, a las que me apunté al año siguiente. Pasado un tiempo, cuando vi que iba adquiriendo conocimiento, aproveché una tela que había comprado para intentar hacerlo sola en casa. Claro que mi diseño era mucho menos ambicioso.
Modifiqué el patrón base: anulé la pinza de pecho y abrí la de talle-cadera, de manera que todo el volumen se concentrase en esta última. Llevaba cuello a la caja, rematado con un vivo del mismo género, y añadí el volante fruncido al bajo. Yo no jugué con la diferencia de largos entre delantero y espalda porque iba demasiado justa de tela, ya que había decidido que mi manga fuera larga para crear un diseño más invernal que me valiese durante todo el tiempo frío, que en Asturias se suele alargar bastante.
Después de todos estos años en mi armario, puedo afirmar que sigue cumpliendo perfectamente su función, y que sigue sacándome en más de una ocasión del apuro de no saber qué ponerme en esas mañanas de invierno.
De hecho, hace dos semanas terminé de confeccionar otro vestido, que os enseñaré más adelante, con la misma inspiración.
Y a vosotros, ¿qué os parece?
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