Ahora que debería acercarse la temporada de bodas y comuniones, me gustaría mostraros un vestido que cumple el código de formalidad exigido por este tipo de eventos.

En realidad se trata de un dos en uno: un vestido interior confeccionado en crepé y uno exterior en gasa.
La idea partió de este segundo tejido, pues yo quería conseguir un vestido que visualmente diera la impresión de vaporoso. Así que, partiendo como siempre de los patrones base, industrialicé el delantero y el trasero y modifiqué la manga: patrón normal hasta la bajada de codo, y a partir de ahí una manga de capa. Este patrón es el mismo que el de las faldas de capa, con el único cambio del diámetro del contorno de la cintura por el de la manga.

El cuello lo rematé con un vivo del mismo género, y dejé una pequeña abertura en la costura central de la espalda para añadir un corchete a modo de cierre.
Tanto el bajo de las mangas como del cuerpo está rematado con un repulgo —el cordoncillo que hace la remalladora— que es perfecto para rematar este tipo de tejidos.

El vestido interior surge de la necesidad de añadir un “forro” a la gasa translúcida. Para él opté por un crepé con elastán, para que así tuviera esa capacidad de adaptación sin necesitar el uso de cremalleras o cierres. De la misma manera, tampoco lleva ninguna pinza, pues esa elastina del tejido hace que podamos prescindir de ellas.

Como veis, a veces no necesitamos lucir diseños ostentosos y recargados para estos eventos, sino podemos optar por diseños como este, que resulten vistosos, y que, además, podamos utilizar para otras ocasiones menos formales.
Por ejemplo, yo utilicé este mismo diseño para una cena con amigas, ocasión en la que lo combiné con un cinturón negro con una hebilla roquera y una cazadora. Os aseguro que el look cambiaba completamente.

¿Os gusta la idea?
Y mucho ánimo, que enseguida empezamos la desescalada.
#YoMeQuedoEnCasa #MeQuedoCosiendo