VOLANTES Y FLORES

Cuando publiqué el vestido de flores una de vosotras me dijo que era la primavera hecha vestido. Me encantó esta metáfora tan bonita para describirlo, metáfora que también podría aplicarse al que hoy os enseño, en el que el fondo blanco y las florecitas evocan a la primavera más alegre. De hecho, me doy cuenta de que trato de emular esta estación con muchos de los estampados que elijo.

Esta vez escogí un satén y, aunque veáis mucho tejido con tanto volante, es una tela fresquita e ideal para el diseño que tenía en mente, que parte de un vestido base al que fui añadiendo volantes.

Cada uno mide 15 cm de alto y, como van fruncidos, necesitan tener bastante ancho —oscilan entre metro y medio y dos metros— para dar un vuelo decente. Todos están rematados con la puntada de doble orillo.

Para los tirantes corté dos tiras del mismo tejido y los cerré con un pespunte a máquina, colocado a la altura deseada. Si os fijáis, quise que el escote de la espalda bajara más que el delantero.

Esta ocasión también quise evitar pecar de corta, pues en los diseños cortos me gusta más que se acerque a la altura «mini» que a la rodilla. Me apetecía que mi vestido fuera un poco más largo que lo que acostumbro a confeccionar y darle así un largo distinto que resulta, quizás, más elegante.

Aunque no descarto quitarle un volante más adelante. ¿Qué opináis vosotros?

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