VESTIDO LARGO DE VERANO

¡Feliz 2020! Y, ¡bienvenidos al primer post del año y de la década!

¡Después del ciclo de moda, para mí tan especial, al que dediqué el último mes de 2019, comienzo este mostrándoos una de mis mejores galas. 

Se trata de un vestido largo que no confeccioné con miras a ninguna ocasión determinada, pero que resulta ideal para, por ejemplo, una fiesta de verano en una terraza al atardecer. 

Como era de esperar, confieso que me encanta ir cada poco en busca de nuevas telas. Puedo llegar a pasarme horas en la tienda, echando un vistazo, imaginando qué podría lograr con cada tejido  y, si veo alguno que me llame la atención, pese a que en ese momento no se me ocurra nada, me lo llevo de todas formas. Una nunca se sabe cuándo va a llegar la inspiración. 
Fue el caso de esta tela. 


Tuve el género guardado bastante tiempo, hasta que decidí emplearla en un vestido largo de verano.  Me apetecía algo cortado en la cintura, de talle mas bien cortito, con la falda fruncida y con una abertura con la que enseñar un poco de pierna. Y es que el moreno hay que lucirlo.

Así que corté dos largos para la parte de la falda. De esta manera, a la hora de fruncir, se consigue más volumen. 


Por su parte, diseñé el cuerpo asimétrico: anulé las pinzas y trasladé su profundidad al hombro para crear un drapeado. También, le quité un trocito de hombro para añadirle una pequeña lazada a la que unirlo. Finalmente, le puse una cremallera lateral. 


Insisto en que el interior es una parte muy importante para lograr un buen acabado. El de la falda va en costura francesa, de la que ya os había hablado en este post, mientras que el cuerpo va forrado en bolsa.
¿Qué os ha parecido el primer diseño del año? Después de ver lo mucho que os había gustado en la fotografía que tengo de perfil en Instagram y en Facebook, no podía empezar el 2020 de otra manera. ¡Tenía que enseñároslo ya!

Y, por último, decir que yo también comienzo el año con mucha ilusión y con muchas ganas de seguir compartiendo con vosotros mis trabajos. No hay cosa que me haga más feliz.

Nos vemos el próximo jueves.
¡Gracias!

INVITADA II

Aunque justo acabemos de recibir al otoño y a sus preciosos colores, hoy os traigo una invitada de verano: Helena.

Helena tenía una boda el 31 de agosto en Cádiz. Sin embargo, por motivos de trabajo, no sabría si podría confirmar su asistencia hasta días próximos al enlace. Propuso entonces hacer un dos piezas, de modo que le fuera posible combinar cada una por separado y de forma mas informal en caso de no poder acudir.

Además, ella tenía tres requisitos claros: estilo lencero, espalda escotada y falda con abertura lateral.

Escogí un tejido satén para ser fiel al primer requisito. Al principio, Helena tenía en mente un nude, pero cuando vimos este azul con pequeños toques verdes, ambas nos enamoramos. Y al ser ella “blanquita” de piel, este color le iba a dar más luz que la primera opción.

Su idea para la espalda era un nudo cuyos extremos cayeran sobre la falda. Por lo llamativo de este escote escogimos uno barco para el delantero.
El cuerpo iba forrado en bolsa, lo que significa que no se ve ninguna costura si se le da vuelta.

Forrar en bolsa no es nada sencillo, conlleva un proceso que necesita tiempo, paciencia y dedicación. No obstante, el resultado merece la pena. Además, para este diseño era imprescindible, ya que de esta forma se evita mostrar el revés de la tela en los lazos al hacer el nudo.

Por otro lado, de la necesidad de romper el monocromo nació la idea de la cartera. Si bien ella solamente me había encargado la ropa, yo me ofrecí a hacérsela, siempre que aceptara el factor sorpresa: no la vería hasta que viniera a recoger su encargo. Ella me reiteró que confiaba totalmente en mí. Yo, por mi parte, lo tenía claro: quería un tul bordado con flores.

Como ella llevaba los complementos en dorado, le añadí una cadenita en ese color, que puede quitar y poner a su antojo.

La tercera de las ideas era la abertura en la falda. Boda de tarde, agosto y Cádiz conformaban el escenario perfecto para ellos. Así que dicho y hecho: una abertura considerable con la que enseñar pierna, pero sin pasarse. Ante todo quería que Helena se sintiese cómoda y elegante, y, por sus palabras, creo que lo conseguí.

Y así termina la historia que hay detrás de mi segunda invitada de boda. Como esta vez no contaba con el apoyo de mis clases de costura, el trabajo recaería íntegramente en mí y, si surgía cualquier imprevisto o dificultad, tendría que resolverlo yo sola. Por eso me lo tomé como una oportunidad de demostrarme que puedo sacar un trabajo adelante por mí misma. Y, a pesar de que probablemente haya tenido mis fallos, logré con éxito mi propósito.

El orgullo de ver a Helena vestida totalmente por mí, y las palabras bonitas que recibió de la gente y que me transmitió, hacen que solamente quiera dedicarme a esta profesión y trabajar duro para mejorar en ella cada día. Profesión que requiere horas y horas, pero que un simple “es justo lo que quería” o un “me encanta, es precioso” hacen que invertirlas merezca más que la pena.

¡Gracias, Helena!